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jueves, 7 de noviembre de 2013

Fortuna



Dios tomó forma de un mendigo, entró al pueblo y buscó la casa del zapatero. Tocó en la puerta y cuando el zapatero le abrió, le dijo:


- Hermano, soy muy pobre, no tengo una sola moneda en la bolsa y éstas son mis únicas sandalias. Están rotas, ¿me los puedes arreglar?


El zapatero le dijo que estaba cansado de que todos le venían a pedir y nadie venía a dar.


- Pero yo puedo darte lo que tú necesitas – dijo el mendigo.


El zapatero desconfiaba del mendigo y le preguntó:


- ¿Tú podrías darme el millón de dólares que necesito para ser feliz?

- Yo puedo darte diez veces más que eso, pero a cambio de algo – dijo el mendigo.

- El zapatero preguntó: ¿a cambió de qué?

- A cambio de tus piernas.

- El zapatero respondió: ¿para qué quiero diez millones de monedas si no puedo caminar?

- Entonces puedo darte cien millones de monedas a cambio de tus brazos.

- ¿Para qué quiero yo cien millones de monedas si ni siquiera puedo comer solo?

- Entonces puedo darte mil millones de monedas a cambio de tus ojos.

- ¿Para qué quiero mil millones de monedas si no voy a poder ver a mi mujer, a mis hijos, a mis amigos?

- ¡Ah, hermano! Qué fortuna tienes y no te das cuenta.


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