Los romanos, tan exquisitos en las artes culinarias, instauraron el hábito de comer acostados como símbolo de distinción social.
Los romanos, tan exquisitos en las artes culinarias, instauraron el hábito de comer acostados como símbolo de distinción social. Cuando un señor adinerado o poderoso recibía en casa, los invitados debían despojarse de sus sandalias y cambiar sus vestiduras por otras más cómodas.
Esta costumbre condicionó la decoración de los comedores de la época imperial y también la organización de los banquetes.
Hubo que reducir el número de comensales y las mesas pasaron a construirse cuadradas con lechos adosados en tres de sus lados. El cuarto quedaba libre para permitir los movimientos del servicio.
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