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sábado, 27 de enero de 2018

Los calcetines de San Nicolás



Hazan, Sila y Nor eran tres niñas turcas muy pobres, que vivían junto a su padre en una humilde casa. El padre estaba muy triste, porque sus hijas crecían y él se daba cuenta de que no iba a tener dinero suficiente para pagar una dote el día que quisieran casarse, ya que era típico en Turquía pagar una dote por cada hija casadera.

Las chicas eran tan pobres, que no tenían calzado, y en invierno, tenían que andar por la nieve con unos simples calcetines. Pasaron los años y las niñas se convirtieron en unas adorables jovencitas.

La noche del 24 de diciembre, llegaron de la calle y se quitaron los calcetines empapados. Los pusieron a secar junto a la chimenea. Las hermanas, empezaron a llorar. Su padre les preguntó qué les pasaba, y la mayor contestó:

- Me he enamorado de un soldado, papá, pero no me puedo casar porque no tengo dote.

- Yo me enamoré de un maestro- dijo la mediana- pero no podré casarme por falta de dinero.

- Y yo... -continuó la más pequeña- me enamoré de un músico, pero al no tener dote, no puedo hacer nada.

El padre bajó la cabeza muy triste, y todos se fueron a dormir. Lo que no sabían es que Nicolás, un obispo bondadoso que vivía en su mismo pueblo, había escuchado todo desde el otro lado de la ventana. Conmovido, se le ocurrió que podía ayudar. Esa noche, Nicolás se puso su capa y su gorro rojos y entró en la casa de las muchachas por la chimenea. Dejó un saco con dinero en cada calcetín de las chicas.

A la mañana siguiente, las muchachas se encontraron el dinero, y locas de alegría, corrieron a buscar a sus parejas. Ese mismo día, las tres muchachas se casaron, radiantes de felicidad.

Nicolás, al ver la alegría que había ocasionado ese pequeño gesto, decidió que todos los años, cada 24 de diciembre, dejaría regalos a todas las personas que pudiera. Con los años se hizo famoso, pero como nadie sabía quién era en realidad, comenzaron a llamarlo, Santa Claus.



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